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En el verano de 1813 partía fuera de España una comitiva que portaba una fabulosa carga: más de doscientas pinturas sobre lienzo, además de otros objetos de valor, que José Bonaparte pretendía sacar del país en su huida ante el avance de las tropas del duque de Wellington.

Este episodio de la guerra de la Independencia, conocido como del «equipaje» del rey José, se sumaba al resto del expolio llevado a cabo por los franceses durante la era napoleónica. Tras ser recuperadas por Wellington esas obras después de la batalla de Vitoria, y después de varias cartas a Fernando VII informando del paradero de las mismas y esperando instrucciones para su devolución, este se las regaló en agradecimiento por la ayuda militar prestada. Gracias a ello, hoy permanecen ochenta y tres en la que fue su residencia en Londres, Apsley House. Un gran número de piezas de aquel equipaje nunca regresó a su patria. Desde 1808 hasta entonces había tenido lugar el éxodo de obras de arte más significativo de nuestro país.

En septiembre de 1815, el general Miguel Ricardo Álava recuperó del Louvre una serie de cuadros, algunos de los cuales José Bonaparte había conseguido llevarse para sí o regalar a sus generales.

En mi proyecto Etimología de la nostalgia (del griego nostos y algos: el dolor por la imposibilidad del regreso) he creado un conjunto de pinturas en las que, partiendo inicialmente de fotomontajes y bocetos digitales, recreo la agresión sufrida por el patrimonio cultural español, haciendo literal la metáfora. En los espacios, ahora desnudos u ornamentados, o bien con objetos de escaso valor, copias de lo que allí había u obras que no formaban parte de su programa inicial, enajenadas y fuera de contexto, evidencio el hueco, por un lado, y, por otro, reconstruyo la escena del crimen y presento esos mismos espacios vandalizados. En los cuadros realizados a partir de esta última estrategia, tiene lugar un acto metapictórico, donde el cuadro dentro del cuadro es mutilado, arrancado de su soporte, arañado hasta su desaparición de una u otra forma.

La palabra nostalgia se contempla en mi proyecto en toda su dimensión poética, pues quiero evocar situaciones de las que apenas ha quedado memoria gráfica: podremos saber, por descripciones, dónde estaban las obras, pero nunca verlas en el contexto para el que muchas de ellas fueron específicamente creadas, normalmente siguiendo un estricto programa iconográfico, perdiendo así un dato esencial para comprender cualquier obra de arte.

El resultado consiste en una serie de obras que comienza con un carácter y una atmósfera espectrales, en una armonía cromática de grises, y va cobrando cuerpo y concreción a medida que avanza. Establezco un diálogo entre los espacios, los huecos y las obras perdidas a partir de distintas estrategias que pretenden evocar resonancias, cuando no revivir el duelo por la pérdida.

Etimología de la nostalgia, 2018

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