O tempora, o mores está formada por dos grandes bloques, Héroes y monstruos y Amor profano. En esta serie, rescato del pasado efigies de personajes extraídos de las mitologías griega y romana que han sido rivales entre sí en el amor y en la guerra: Perseo y Medusa, Teseo y el Minotauro, o Apolo y Dafne, entre otros. Represento obras que, desde la antigüedad clásica hasta finales del siglo diecinueve, han ilustrado el enfrentamiento entre estas parejas.
En ellas limito a uno de los dos personajes lo inmediatamente reconocible, pero es tapado en parte por la imagen deformada, que cubre y descubre, y funciona en principio como una abstracción en la que algo, que no sabes qué es, te dice que algo extraño sucede. Lo que el espectador puede intuir primero y descubrir con su desplazamiento es que la deformación no es otra cosa que la representación del segundo personaje.
Al usar la anamorfosis como medio de distorsión, pretendo convertir el cuadro en un objeto que, como una escultura, debe observarse desde más de un punto de vista que no es únicamente frontal: esto es, desde el margen del cuadro, donde una parte de la imagen pierde su deformación y es legible. El cuadro deja de ser únicamente una superficie de dos dimensiones al incorporar un área externa a él que implica la tercera dimensión.
El marco circular evoca el tondo italiano renacentista, y el uso del contraste de un negro profundo y mate para el fondo hace que las figuras parezcan emerger de agujeros oscuros de vacío, bien actuando como hornacinas, bien como peepholes de voyeur, transportando la imagen al contexto contemporáneo. Si bien los lienzos son cuadrados, el blanco que rodea los marcos negros sugiere la continuidad del cuadro con el muro del cubo blanco.
O tempora, o mores is comprised of two major sections, Heroes and Monsters and Profane Love. In this series, I retrieve from the past effigies of characters drawn from Greek and Roman mythologies who have been rivals in love and war: Perseus and Medusa, Theseus and the Minotaur, or Apollo and Daphne, among others. I depict works that, from classical antiquity to the late nineteenth century, have illustrated the conflict between these pairs.
In these works, I limit one of the two characters to what is immediately recognizable, but it is partly covered by the distorted image, which both conceals and reveals, initially functioning as an abstraction that suggests something strange is happening, although the viewer may not immediately discern what it is. What the spectator may intuit at first and discover upon shifting their position is that the distortion is nothing other than the representation of the second character.
By employing anamorphosis as a means of distortion, I aim to transform the painting into an object that, like a sculpture, must be viewed from more than one perspective, not solely from the front: that is, from the margin of the painting, where a part of the image loses its distortion and becomes legible. The painting ceases to be merely a two-dimensional surface by incorporating an external area that implies the third dimension.
The circular frame evokes the Renaissance Italian tondo, and the use of deep, matte black contrast for the background makes the figures appear to emerge from dark voids, acting either as niches or voyeuristic peepholes, thus transporting the image to a contemporary context. Although the canvases are square, the white surrounding the black frames suggests the continuity of the painting with the wall of the white cube.